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La acción política hoy desde la metapolítica


Sin entrar a valorar la condición en que se ha dado el paro que inicio el 21 de noviembre en Colombia, los ingredientes que ha tenido y su desarrollo, resulta fundamental decir, en pro de las demandas y las exigencias de las mayorías, aunque también un poco en contra de estas, que existe un nivel de acción en el cual puede hacerse mucho más por nuestra realidad nacional y de una forma más efectiva y simple que con el paro, sin decir que este no sea legitimo ni justificado.

Un concepto muy interesante que vale la pena considerar en este momento histórico del país es el de metapolítica.

Metapolítica fue mencionado por primera vez hacia el siglo XVII, y desde entonces ha tenido múltiples desarrollos en pensadores muy importantes como Julius Evola, Charles Maurras, Alain de Benoist y en nuestro continente el argentino Alberto Buela. La metapolitica comprende la política como el elemento último de un proceso de creación del mundo común que comienza con el ser interno y la ética, y que luego, por inercia y como resultado no buscado, se extiende a la cultura y finalmente a la política. En otras palabras, lo primero es ordenar el mundo propio para que luego, si acaso, sea posible ordenar el mundo de la propia casa, el de la comunidad y luego el de la ciudad y la nación; de otro modo es imposible. La metapolítica comprende entonces que el acto fundamental, aquel que hace emerger una política verdadera y sostenible, no es la exigencia al Estado, sino la exigencia a uno mismo.

La metapolítica es justamente este nivel de acción al que me refiero. Las acciones orientadas a poner en orden la propia vida, a atarla a principios y valores más allá del individualismo, a estimular el compromiso, el esfuerzo, el sacrificio, la responsabilidad, la solidaridad, el respeto, la honestidad, la honradez, la limpieza, metal y física, el criterio para opinar y participar de los asuntos comunes, son los únicos que pueden garantizar la creación de un orden mejor para todos. Esto puede ejercitarse en la vida cotidiana, en nuestros espacios, en las relaciones que tenemos con los demás en las diferentes dimensiones de nuestra vida a nivel familiar y laboral, en la crianza que le damos a nuestros hijos.

Finalmente, el mayor y más contundente ejercicio de metapolítica tiene que ver con revisar y reconsiderar nuestras prácticas de consumo, de relación con la economía, con los medios, etc. Me refiero puntualmente a tomar conciencia y preocuparnos por qué y quienes están detrás de las cosas que adquirimos y consumimos a diario, desde productos de primera necesidad, pasando medios de comunicación, hasta productos bancarios. En estos ejercicios respecto a nuestra cotidianidad puede estar el camino más directo para expresarnos frente a nuestra realidad actual y quizá también el mejor camino para modificarla. Con razón decía Nietzsche que las pequeñas cosas son a fin de cuentas las más grandes.

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