Los encapuchados no son estudiantes, no están defendiendo ni atacando ninguna idea, ni derecho alguno; son personas que acuden a una convocatoria para sacar provecho y entorpecer su objetivo. A alguien le conviene su presencia y sus actos violentos, con ellos los interesados en sembrar el terror y distraer la atención alcanzan visibilidad y consiguen desvirtuar las verdaderas motivaciones de una marcha.
Un evento con un propósito justo, de conveniencia para el país y su desarrollo; programado y planeado con base en necesidades sentidas y en la protección de los derechos que están siendo vulnerados para el aprovechamiento y beneficio de unos pocos, no puede ser desaprovechado; de hecho, la conciencia de los auténticos participantes, que propenden, con sus acciones por alcanzar los recursos que le corresponden a la educación de los jóvenes colombianos.
Son tan evidentes las razones que impulsan este movimiento el cual no solo han convocado a las instituciones públicas, sino que son muchas las entidades privadas que reconocen, promueven y avalan su lucha. La multitudinaria congregación de las distintas comunidades, grupos étnicos, agrupaciones culturales y de las diferentes organizaciones educativas que se reunieron en torno a este propósito, en todas las regiones de Colombia es una clara muestra del nivel de concientización de un país, que entiende y comprende que únicamente por medio de la educación de sus gentes, podrá superar sus dificultades y acceder a mayores oportunidades de desarrollo.
Indudablemente, este hecho constituye para los detractores una amenaza a sus intereses; son más difíciles de manipular y oprimir las personas capacitadas, que conocen su historia, evalúan su entorno, piensan razonan y deciden.
Las incomodidades que estas movilizaciones ocasionan resultan incomodas; sin embargo, realmente se necesita la comprensión y colaboración de todos en torno a un tema tan álgido y de tanta importancia para avanzar en la conquista de construir un mejor país incluyente, donde se respeten los derechos de sus habitantes, se protejan sus recursos y se generen oportunidades de crecimiento y desarrollo para todos.
La lucha es por Colombia.