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El fenómeno Bolsonaro y la comprensión de lo político


El acontecimiento político y geopolítico más importante y más sonado, debido sobre todo a las nuevas dinámicas que han impuesto las redes sociales y sus flujos de información, más que a un fenómeno de politización real, son las elecciones en Brasil, y más específicamente la imagen del recién electo presidente del país Jair Bolsonaro. De diferentes maneras la gente se ha empezado a relacionar con este y otros fenómenos políticos regionales y globales a partir de las tendencias que han marcado también los mass media y los analistas políticos, que han sido, podríamos decir, unánimes en sus herramientas, perspectivas y conclusiones.

En el caso de Brasil la tendencia general a la hora de tratar el tema ha sido, en primer lugar, el uso de un tipo de lenguaje y de discurso que se ha vuelto mántrico entre algunos sectores, sobre todo de izquierda liberal, de acuerdo con el cuál el ascenso de Bolsonaro se corresponde con un retorno de la extrema derecha y de sus ideas reaccionarias y retardatarias. En resumen, el retorno del fascismo, o como algunos lo han llamado, el fascismo tropical. En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, el empleo ya acostumbrado de las palabras izquierda y derecha para pensar los hechos políticos, que en resumidas cuentas ha significado también la separación entre un ellos y un nosotros; buenos y malos.

El contexto de Brasil es mucho más complejo y rico, y sobre todo enseña unas especificidades que no se pueden pasar por alto y que exigen un análisis más elaborado. El país, gobernado por 3 periodos de Petismo, bajo un modelo económico que fracasó definitivamente, sobre todo en relación con la generación empleo, se fue hundiendo paulatinamente en la criminalidad y la inseguridad, al tiempo que el PT se hundía en los escándalos de corrupción, cuyo corolario fueron las recientes declaraciones de Marcelo de Odebrecht hablando de las sumas multimillonarias entregadas a Lula y a Dilma para las campañas presidenciales. El gobierno se dedicó a promover el marxismo cultural y sus ideologías, mientras que el país caminaba en sus sectores más populares hacia una nueva forma de religiosidad basada en el cristianismo pentecostal, que ha venido a jugar un papel fundamental como actor político.

En este contexto, de crisis gubernamental, decadencia cultural y cansancio profundo frente al petismo, aparece Bolsonaro, quien está muy lejos de poderse definir como un simple fascista, y cuyo ascenso tampoco se explica simplemente culpando a la población de caer en un populismo vacio. Bolsonaro, que no es ni el Trump, ni el Duterte, ni el Duque el Brasilero, tal como afirman desprevenidamente algunos, al tiempo que perfila una economía netamente neoliberal, basada en la agroindustria y el monocultivo, no parece ser sin embargo del agrado del globalismo internacional. Esto se refleja en la forma en que los medio dominantes de este globalismo, como BBC, CNN, The New York Times, The independent, etc, han construido su imagen, de ultraconservador ultraderechista, reaccionario, dictador etc. Se trata de un hombre cercano a Israel que tendrá que situarse junto a EEUU en la comercial contra China, como ya ocurre en Argentina tras era de los gobiernos de Izquierda que abrieron la puerta a la potencia asiática en la región.

Esto para ilustrar muy brevemente algunos elementos particulares del fenómeno Bolsonaro y para decir que sus causas y consecuencias obedecen a factores muy complejos y concretos. La política, en este caso como en todos, solo puede pensarse en contexto, por lo cual demanda análisis situados que pueda renovarse constantemente. El horizonte unidimensional de interpretación que se ha creado sobre las elecciones de Brasil parte de categorías de análisis y lugares comunes que simplifican y esconden sus actores y sus circunstancias. En otras palabras, es muy posible que nociones como izquierda, derecha, fascismo, xenofobia, misoginia, etc, a pesar de ser las más empleadas, en muchos casos como falsa conciencia política, no sean instrumentos útiles para explicarnos las realidad y tomar postura frente a ella.

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