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El voto en blanco no es una opción: es una bellaquería


En Colombia, cualquiera persona que haya sido candidata a la Presidencia de la República y hubiese sido eliminada de la contienda en la primera vuelta y luego salga a pregonar a los cuatro vientos –como los antiguos heraldos del imperio romano o los corifeos de la comedia medioeval– que votará en blanco, no solo es un acto de burla y falta de respeto con quienes votaron por él, sino que también, es un insulto a las personas que depositaron su confianza, por cuanto el voto en blanco en una segunda instancia, no es ninguna opción. Todo lo contrario, es una reverenda bellaquería.

Y también, nada justifica que el séquito de acólitos del candidato o candidatos vencidos en una justa contienda electoral, que han ocupados altos cargos en la administración, se pongan una bocina y como las plañideras o pregoneros vendedores de yuca, mojarra, platanito y chicharrón, comiencen a gritar que Yo votaré en blanco, porque, aunque desdice de su personalidad, tienen en mente la roñosa idea de manipular la próxima elección.

Y no le queda bien a ninguna persona acudir a una mesa de votación a depositar su voto en blanco, ya que si lo cambia en el momento de decidir en el cubículo y luego se llena la boca para decir que votó por uno de los candidatos, queda en evidencia ante las personas que inicialmente confiaron en él. Y si emite el voto en blanco es igual a la abstención, por cuanto no emite ningún juicio y tampoco decide. De allí que quien acude a las urnas para introducir la papeleta marcando el voto en blanco, lo que hace es una payasada, por cuanto éste en nada incide o perjudica a los contendientes de la justa política.

El voto, cuyos orígenes, hasta ahora no desvirtuados, se remontan al famoso juicio en el Areópago en que el Tribunal de Atenas absolvió a Ares (Marte, dios de la Guerra) del delito de homicidio del que le acusaba Neptuno (Poseidón, dios de los Mares). De ese acto narrado en Teogonía, proviene el nombre de Areópago. De Ares y Pagos, que significa colina. Orestes, acusado de parricida fue juzgado por el Areópago: los sufragios de los jueces eran iguales: entonces uno de ellos queriendo favorecerle propuso en dar un voto favorable en nombre de Minerva, diosa de Atenas, por cuyo medio le salvó. Dicha costumbre, que en nada se parece al principio de oportunidad de nuestra legislación, se observó de allí en adelante en todas las causas que se sentenciaron en aquel tribunal, fijando un voto en nombre de Minerva a favor de todos los reos. El Número de miembros de ese Tribunal no es Uniforme. Algunos mitólogos e historiadores dicen que estaba conformado por 31, otros por cincuenta. Otros que por muchos más.

A Sócrates, que fue juzgado por Asebeía y condenado por el Areópago, tuvo 281 votos en contra y sumados los que votaron a favor de él. En cierto sentido, podría considerarse que el elector que ha jalonado una campaña política y terminada la primera etapa expresa públicamente que Votará en Blanco, se asemeja a Iscariote, pues traiciona a quienes le acompañaron en su ardua jornada proselitista, y también a Pilatos porque deja a la deriva a su hornada de votantes, pero con un mensaje letal: votar en blanco.

Aunque los entendidos, y más si han sido miembros de las cortes, de tribunales y de gobernaciones y alcaldías, saben que violan la ley cuando expresan que votarán en blanco, por cuanto el voto es SECRETO, naturalmente que ese mensaje tiene una intención dolosa que es la de direccionar psicológicamente a sus electores, orientarlos por la senda que su jefe le traza, es decir, no creer en el Proceso Electoral, en el que han participado y han sido derrotados.

En fin, creo que el voto en blanco no es una opción, porque el que vota en blanco en un país en que la situación está que arde, que la voracidad del fuego de la Laguna Estigia está que se traga a Colombia y quien lo hace, promueve y practica, además de ser ignorante, atarbán, desleal, cobarde y manipulador, es un verdadero bellaco.

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