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‘El perdón es una utopía’


Por ROBINSON OSPINA BUITRAGO

“El perdón es una utopía, un horizonte, un deseo. Es espiritual y público. Es una manera de intentar la paz, pero no hay que forzarlo”, afirmó Rigoberta Menchú, Premio Nobel de Paz, en diálogo con CIUDAD PAZ y otros medios de comunicación durante su reciente visita a Bogotá.

Advierte que “los extremos radicales cumplen su función de destruir” y que “nadie debe acaparar la palabra”. Invitada por la Universidad de La Salle, Rigoberta Menchú participó en el Tercer Foro Ruralidades y Territorialidades, que giró en torno al papel de las mujeres rurales en el posconflicto. Embajadora de buena voluntad de la Unesco, recibió en 1992 el Premio Nobel de la Paz y en 1998 el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

A Rigoberta le brillan los ojos y dice que se siente tranquila y contenta, porque aunque falta por hacer justicia, han sido muchos los que se han tenido que sentar en el banquillo de los acusados, gracias a su lucha.

PERDÓN Y POSCONFLICTO ¿Qué piensa del perdón? El perdón es una utopía, un horizonte, un deseo. Es espiritual y público. Es una manera de intentar la paz, pero no hay que forzarlo. Después de una guerra salen diferentes maneras de perdonar, pero no es fácil. Por ejemplo, si la persona que mató a mi madre y la torturó, viene y me dice perdóneme, yo le preguntaría: ¿dónde está? Pero el problema es que no ha pasado. ¿A quién voy a perdonar? Es mejor conformarnos con esclarecer lo sucedido. Volver a empezar, no forzar el perdón.

En Guatemala, quien ordenó quemar la Embajada de España, lo reconoció. Dijo que sí había sido él. Es diferente cuando alguien está juzgado”.

¿Cómo manejar el respeto por las diferencias sin dividirnos? Después de la firma de un acuerdo de paz se ven las diferencias. Las mujeres indígenas se posicionan fuerte en sus reivindicaciones, igual pasa que los campesinos, los estudiantes, los trabajadores, etcétera. No somos homogéneos, pero no debe ser la diversidad un pretexto para acabar un proceso genuino que nos puede unificar a todos.

¿Cómo evitar futuros conflictos? Primero hay que conocer que todos los conflictos no son iguales. Hay que aprender a identificar la naturaleza de los conflictos. Hay conflictos que nacieron de una causa transformadora, hay otros que se van generando dentro de las mismas luchas y aparecen muchos intereses.

Muchas de las grandes empresas trasnacionales están involucradas en los conflictos. Se ha creado una política para asesinar a los líderes sociales.

¿Cuáles son los obstáculos que enfrenta la Paz? Hay que evitar el populismo y afirmaciones como “Si te vienes conmigo vamos a ganar”. Mejor buscar un diseño de unidad dentro la diversidad, lo que implica el respeto mutuo entre las organizaciones, los actores políticos, los actores sociales y los que tienen una ética para proponer ideas. Es necesario el presupuesto para poder construir la paz. La falta de fondos es un obstáculo, pero que ¡no se aten los fondos a las voluntades de las organizaciones!

¿Caben todos en el posconflicto? En un conflicto se tienen distintos roles y diversas formas de ser afectados, tanto en lo positivo, como en lo negativo, porque hay personas que mostraron fuerza y fortaleza y tuvieron una idea clara para hacer la guerra, hay otros que vieron cómo la guerra afectó sus vidas, pero no de la misma manera.

Es necesario construir la paz desde sus diversos campos. La oportunidad más importante es construir conjuntamente, aunque es muy duro en la práctica, porque no es fácil construir con el enemigo y que de repente me encuentre con esa persona y decirle vamos a construir, pero tenemos que aportar un granito. ¡Humildad debe estar ante todo!”.

¿Cómo combatir la intolerancia? Está en nuestras manos combatir la intolerancia entre grupos. Los extremos radicales cumplen su función de destruir. Nadie debe acaparar la palabra.

Si a alguien no le gusta lo que digo, tiene la opción de quedarse en la casa y no venir a oírme. Así se va generando un espacio mucho más sano.

Con ideas y no con armas podremos trabajar en política pública, para mejorar, la salud, la educación, el trabajo y la vivienda para todos.

PAPEL DE LAS MUJERES ¿Qué papel debe tener la mujer en el posconflicto? Creo que la participación de la mujer debe ser normal, como es la participación de los jóvenes o de los políticos. La única receta es el código de ética. No ser corrupta. Las mujeres debemos hacer un buen trabajo, evitando la corrupción y la impunidad.

La participación de la mujer debe ser voluntaria. Siempre he afirmado que Una mujer con imaginación es una mujer que no sólo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio.

¿Cuál es el reto de las mujeres rurales en Colombia? Las mujeres rurales somos símbolo de entusiasmo. Queremos colaborar. Hay muchas culturas del campo, que implica un trabajo muy duro. Sin embargo, las mujeres siempre somos ocurrentes, siempre hay roles importantes, como el liderazgo.

Las mujeres somos capaces de mover el mercado a favor de una causa, de mover un sindicato. Fortalecer el liderazgo es el mayor reto.

 

DEL HORROR AL NOBEL Rigoberta Menchú Tum padeció y sobrevivió los horrores de la guerra en Guatemala. Nació en Chimel, un pueblito maya-quiché del interior, en San Miguel de Uspantán, en 1959.

El primer familiar que perdió fue a su hermano Patrocinio Menchú. El 19 de septiembre de 1979 desapareció. Después se dijo que lo vieron amarrado, golpeado, torturado, antes de ser embarcado a un helicóptero. Víctor, su otro hermano, fue fusilado públicamente.

Es hija de Vicente Menchú, un inmolado líder agrario, y de Juana Tum Kótoja, valiente mujer que fue secuestrada, violada y torturada.

El 31 de enero de 1980, Vicente y un grupo de campesinos e indígenas ingresaron a la Embajada de España en la ciudad de Guatemala para denunciar el exterminio sistemático al que era sometido el pueblo Maya, que en ese momento contabilizaba más de 200 mil muertos, principalmente de la población indígena o campesina.

Los manifestantes fueron combatidos con fuego de mortero. Rigoberta Menchú afirma que a su padre le quemaron órganos principales, como el hígado y el riñón. En menos de dos horas, los manifestantes resultaron calcinados. Por este hecho, el entonces el ministro de Gobernación Pedro García Arredondo purga una pena de 90 años de prisión.

Finalmente, y no menos doloroso, Juana, la madre de Rigoberta, fue secuestrada, violada y torturada.

En 1992, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Paz, por su trabajo en favor de la justicia social y la reconciliación entre los diferentes grupos étnicos de Guatemala.

 

LA TORTURA A LA MADRE Fue secuestrada mi madre y desde los primeros días de su secuestro fue violada por los altos jefes militares del pueblo. Y quiero anticipar que todos los pasos de las violaciones y las torturas que le dieron a mi madre los tengo en mis manos. No quisiera aclarar muchas cosas porque implica la vida de compañeros que aún trabajan muy bien en su trabajo.

Mi madre fue violada por sus secuestradores. Después, la bajaron al campamento, un campamento que se llamaba Chajup, que quiere decir abajo del barranco. Después, mi madre estuvo en grandes torturas.

Desde el primer día la empezaron a rasurar, a ponerle uniforme y después le decían, ‘si eres un guerrillero, ¿por qué no nos combates aquí?’ Y mi madre no decía nada. Pedían a mi madre, a través de golpes, decir dónde estábamos nosotros. Y si daba una declaración, la dejaban libre. Pero mi madre sabía muy bien que lo hacían para torturar a sus demás hijos y que no la dejarían libre. Mi madre no dio ninguna declaración. Ella defendió hasta lo último a cada uno de sus hijos. Y, al tercer día que estaba en torturas le habían cortado las orejas. Le cortaban todo su cuerpo parte por parte. Empezaron con pequeñas torturas, con pequeños golpes para llegar hasta los más grandes golpes. Las primeras torturas que recibió estaban infectadas.

Desgraciadamente, le tocaron todos los dolores que a su hijo le tocaron también. La torturaban constantemente. No le dieron de comer por muchos días. Mi madre, de los dolores, con las torturas que tenía en su cuerpo, toda desfigurada, sin comer, empezó a perder el conocimiento, empezó a estar en agonía.

La dejaron mucho tiempo y estaba en agonía. Para mí era doloroso aceptar que una madre estaba en torturas y que no sabía nada de los demás de mi familia. Nadie de nosotros se presentó. Mucho menos mis hermanos. Pude tener contacto con uno de mis hermanos y él me dijo que no había que exponer la vida.

De todos modos iban a matar a mi madre como también nos iban a matar a nosotros. Esos dolores los teníamos que guardar nosotros como un testimonio de ellos y que ellos nunca se expusieron cuando también les pasaron los grandes sufrimientos. Así fue cómo tuvimos que aceptar que mi madre de todos modos tenía que morir.

Claro, para nosotros, cuando supimos que mi madre estaba en plena agonía, era muy doloroso, pero después, cuando ya estaba muerta, no estábamos contentos, porque ningún ser humano se pondría contento al ver todo esto.

Sin embargo, estábamos satisfechos porque sabíamos que el cuerpo de mi madre ya no tenía que sufrir más, porque ya pasó por todas las penas y era lo único que nos quedaba desear que la mataran rápidamente, que ya no estuviera viva”. Aparte del libro ‘Me llamo Rigoberta Menchú y así nació mi conciencia’. México, siglo veintiuno editores, 1985.

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