"Llevo el periodismo en el alma,
es el oficio más bello, y contra eso,
no hay nada que hacer".
Gabo
La muerte de los periodistas ecuatorianos en manos de las llamadas 'disidencias' de las Farc, duele. Como también nos duele la muerte de policías y soldados este año, muchos dicen que los medios le dieron más importancia al hecho de los ciudadanos ecuatorianos, que a la muerte de policías y soldados en nuestro país, y puede ser una visión muy válida, pero es que debemos ver que el terrorismo traspasó la frontera y afecta de manera directa a nuestro país, es así pues como se revive una guerra que estaba desapareciendo y se empieza a vivir nuevamente en ese estado de incertidumbre de no saber si habrá un mañana para muchos.
Y no solo son atentados contra periodistas, la creciente ola de atentados terroristas del 'Ejército de Liberación Nacional' (Eln) y la reaparición de los disidentes del Epl en Norte de Santander han hecho ver la debilidad del Estado para afrontarlos.
Tuvieron que morir tres ciudadanos ecuatorianos para que, en operaciones conjuntas entre los dos países, se empezara una persecución a estos narcoterroristas. La muerte de los ocho policías en el Urabá antioqueño era un motivo grande para que el Gobierno tomara decisiones con firmeza para perseguir a los responsables, pero vivimos en el país del Sagrado Corazón de Jesús, donde se considera más peligroso lanzar tomates a un ex guerrillero que una bomba a un convoy de la Policía.
La muerte atroz de personas indefensas no tiene ningún sentido, no debemos quedarnos callados ante la crueldad de los grupos insurgentes. ¿Qué está haciendo el Gobierno para brindar seguridad a los habitantes de 10 poblaciones de Norte de Santander donde están siendo amenazados por los disidentes del Epl? Hasta el momento, no se han visto movilizaciones de las Fuerzas Militares hacia la zona del Catatumbo. En las noticias salen los campesinos casi llorando porque los productos que estaban a punto de cosechar se están dañando, lo que también es terrorismo. Que los medios locales no puedan hacer su trabajo por miedo, también es terrorismo y coarta la libertad de expresión.
En 2017 perdieron la vida en ejercicio de su labor 14 periodistas latinoamericanos y, en este año ya son 19 los comunicadores que dieron su vida por amor a la profesión, amor al oficio. No es fácil dejar de sentir miedo, veamos el caso del caricaturista ‘Matador’, quien fue amenazado y eso sí que asusta, asusta no solamente al periodista, también al pueblo que aprendió a leer sus caricaturas, pero no dejará de hacerlas, pues como decía Gabriel García Marques “el periodismo se lleva en el alma” y, no es para menos, quienes amamos el periodismo sabemos que es la base de casi toda información, nos hace ver un mundo de posibilidades y nos hace sentir más humanos, trabajamos al lado de personas humildes, al igual que al lado de presidentes, nuestra herramienta es un lápiz, pero quienes se sienten al descubierto, lo toman como la mayor de las armas.
Son muchas las universidades en Colombia las que tienen en sus carreras comunicación social y periodismo como disciplinas del saber, a pesar de haber sido abolida la tarjeta profesional de periodista, las facultades siguen formando miles de comunicadores sociales y periodistas que salen con el anhelo de ser los mejores en medios de difusión, sin embargo, este fervor les es quitado, arrebatado sin un por qué.
Se entiende que haya muchos jóvenes enfocados en periodismo en esta era de tecnología, en la que las oportunidades abundan y los medios alternativos están siendo más efectivos que los medios de difusión tradicionales. Es solo tener deseos de emprendimiento y herramientas necesarias para crear su propio canal o emisora virtual. El periodismo es una pasión por vivir la realidad por descarnada que sea. Como diría Gabo, en su discurso ante la asamblea número 52 de la SIP: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”.
Hacer periodismo en estos tiempos se pensaría fácil, pero las exigencias de inmediatez de los medios de difusión, hacen que el trabajo se haga a la carrera, el periódico de ahora se clasifica diferente, algunos quieren un periódico amarillista que cuando lo deje sobre la mesa destile sangre, eso ya no es periodismo serio y responsable.
Por otro lado, hay medios impresos que llevan tanta información que se convierten en papel para envolver aguacates sin ser leídos y el arduo trabajo de los profesionales queda deshecho.
Sé que no es para nada fácil leer las cifras de colegas que han sido asesinados en lo que va corrido del año, no es para nada alentador. Al paso que vamos las facultades de Comunicación Social y Periodismo no van a tener que expedir diplomas, sino lápidas a sus egresados.
No permitamos que el sueño de poner tinta en el papel quede oscurecido por las balas.
Paz en la tumba de todos los comunicadores que han perdido la vida en ejercicio de su labor. El periodismo seguirá en pie, seguirá denunciando injusticias, seguirá denunciando la corrupción. Para callarnos tendrán que matarnos a todos.
Sigo pensando que vale más la paz a un precio caro que una guerra regalada.