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Cementerio de bolardos en la Reserva Van Der Hammen


Como si fuese un descubrimiento arqueológico protegido por el paso de los años, en medio de la Reserva Thomas Van Der Hammen permanece un cementerio de bolardos.

Ni las inclemencias de la naturaleza ni los amigos de lo ajeno pudieron devorar los postes de pequeña altura, fabricados en cemento para ser fijados al suelo e impedir el paso de vehículos.

En 1990, la Administración Distrital de Bogotá comenzó la instalación de 16.600 bolardos. Desde ese año, de acuerdo con informe de la Personería Distrital, se generaron polémicas por la supuesta instalación no autorizada de los bolardos y los sobrecostos en que incurrieron para su compra.

Posteriormente, la Personería sostuvo que Planeación Distrital no había autorizado la instalación de los postes en cumplimiento del Acuerdo 6 de 1990, y reveló que el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) había adquirido 1.560 bolardos entre abril y diciembre de 1998 a precios que oscilaban entre 29.640 y 41.000 pesos cada uno.

Al mismo tiempo, la Secretaría de Tránsito y Transporte (STT) adquirió 15.040 bolardos a 46.542 pesos cada uno. La pregunta que hoy se hacen los defensores del espacio público y de la Reserva Van Der Hammen es ¿cuántas docenas de esos bolardos fueron desechadas a pesar de los altos costos en que incurrieron dependencias del Distrito?

José Cuesta Novoa

El exsubsecretario de Asuntos Locales de Bogotá, José Cuesta Novoa, y otros ciudadanos instauraron Solicitud de Investigación ante la Fiscalía General de la Nación con el fin de determinar a los responsables de lo que sería un daño ambiental causado por el abandono de los bolardos en la Reserva Van Der Hammen.

La Solicitud de Investigación -Acatamiento del deber ciudadano. Derecho de Petición- fue interpuesta el cinco de febrero de 2018 ante la Subdirección de Gestión Documental. SDG - No. 20186110113054. Consta de 10 folios.

En el memorial, Cuesta asevera: “La gravedad del ecocidio demanda en extremo diligencia y pronta respuesta, sonre todo, de la administración distrital, puntualmente de la autoridad ambiental y como es lógico dek señor alcalde mayor Enrique Peñalosa”.

Cuesta Novoa dijo a CIUDAD PAZ que ese hecho es un “atentado ambiental contra la Reserva” y aseguró que al menos “hay 2.500 bolardos afectando los cuerpos de agua de la Reserva. No olvidemos que el agua es vital. No permitiremos que la Reserva se convierta en un inútil cementerio de cemento”.

Cuesta Novoa informó en su twitter (@jcuestanovoa): “Radiqué ante la Fiscalía solicitud de apertura de investigación penal por la existencia del Cementerio de los Bolardos en pleno corazón de la Reserva Van Der Hammen” y aseveró: “Toda la vida me la he jugado por la comunidad. He defendido y seguiré defendiendo los intereses de todas y todos los bogotanos. No permitiré que Peñalosa dañe la Reserva y me comprometo a hacer la Revolución Dulce”.

El cementerio de bolardos, localizado en la Reserva (localidad de Suba) es “una montaña bolardos que atentan contra sus 1.400 hectáreas”.

Por su parte, Sergio Fernández –politólogo, magister en DDHH y docente Investigador universitario– afirmó que “el cementerio de bolardos de la primera administración de Peñalosa queda en la reserva Thomas van der Hammen”.

Fotos: cortesía de José Cuesta Novoa.

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