Durante siglos las musas fueron relacionadas con la más exquisita y excelsa inspiración de las ciencias y de las artes. Estas hermosas ninfas que estimulaban la creación a artistas y científicos, hijas de Zeus y protegidas por Apolo (Patrón de las Artes), durante siglos fueron reconocidas como el punto de partida de grandes obras y descubrimientos.
La tradición legada por los griegos, describe nueve musas: Calíope (musa de la elocuencia, la belleza y la poesía épica), Clío (patrona de la historia y la epopeya), Erató (protectora de la poesía lírica-amorosa y la canción amatoria), Euterpe (inspiración de la música, especialmente del arte de tocar la flauta), Polimnia (diosa de los cantos sagrados y la poesía sacra), Terpsícore (bienhechora de la danza y poesía coral) y Urania (guardiana de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas), hasta ahí son las primeras siete deidades. Extrañamente los colombianos parecemos especialmente protegidos por las dos musas que no hemos enumerado.
Muchos le hacen barra a Talía, musa de los artes bufos, de la farsa y de la comedia. Por eso vemos en nuestro país las cosas más disparatadas: Candidatos Políticos con gran ascendiente en sus partidos recoger firmas reservadas a los que no tienen partidos; gente convencida que dos buses pegados hacen lo mismo que un metro; animalistas que defienden las corridas de toros; defensores del medio ambiente que argumentan que la única forma de proteger una reserva ecológica es rodeándola de cemento; políticos insultándose en redes sociales rechazando la impunidad para sus enemigos y justificando la impunidad de sus allegados alegando persecución; un fiscal anticorrupción que es experto en extorsión; un fiscal general 'independiente' al que todos los días se le nota que es amigo y compadre de todos; y así comedia, tras comedia, ópera bufa a cual más ridícula e increíble.
Otro combo menos optimista defiende el patronato de Melpómene, eterna protectora de las historias truculentas y el drama. Para ello invocan sin recato la realidad, esa realidad que se evidencia en cada esquina; en el desplazamiento campesino; en las muertes por desnutrición; en la violencia fratricida que cumplió más de medio siglo; en la tristeza de un país sentado sobre oro y piedras preciosas que clama por comida, salud y educación.
Pero hoy al escuchar la radio logré descubrir que los colombianos somos únicos y originales. Que no nos bastan las hermosas nueve musas para definir la inspiración de la realidad nacional. Por eso, a falta de lo clásico de esas nueve, inventamos otra deidad, la décima, para definir de un plumazo la verdadera estirpe de nuestra nación, en manos de tan particulares gobernantes y legisladores. Esa es Colombia, faltaba inspirarnos en Besaile, Musa de la Corruptela, el cohecho y el despilfarro, auténticamente colombiana.
* Mamador de gallo y comentarista de lo que usualmente todos comentan.