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Solución a la Desconfianza en la Justicia


No hace mucho, el país presenció la fuerte condena de un paisano por haberse robado una chocolatina. Como en la novela ‘Los Miserables’ de Víctor Hugo, que describe la historia de Jean Valjean, un hombre que fue perseguido implacablemente toda su vida por haberse robado un pan, para saciar el hambre de su familia, el ‘implacable’ peso de la ley cae sobre quien infringe la ley.

El país se indigna con los bravucones que ‘pintan’ un Transmilenio, su intención es hacer un gesto transgresor. La opinión pública los califica de vándalos, pide sus cabezas como la reina de corazones de Alicia en el País de las Maravillas. Los jueces les hacen ‘justicia’: les condenan por su ‘picardía’.

En la cabeza de cada colombiano empiezan a entrelazarse razonamientos sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión.

Desafortunadamente este no es el único ejemplo que influye en los razonamientos de la gente. También están los ‘grandes’ ejemplos: Agro Ingreso Seguro y Andrés Felipe Arias; Odebrecht ‘irrigando’ campañas presidenciales por millones de dólares a uribistas y santistas por igual; el ‘Ñoño’ Elías recibiendo 14 mil millones de pesos en efectivo (doscientos ochenta mil billetes de $50.000, un volumen casi imposible de imaginar); condenados de graves crímenes purgando sus penas en guarniciones militares o pabellones especiales, y, en el peor de los casos, escondidos en Panamá, Miami (Estados Unidos) u otro país; todos tan campantes, intocables, impunes.

Apoyándose en el aforismo “la justicia es pa’ los de ruana”, el ciudadano de a pie contrasta estas dos realidades y genera varias conclusiones perversas: “si quiero justicia, la única forma de hallarla es por la propia mano”, otros terminan justificando “al final, si los de arriba roban y pelechan, ¿yo por qué no?” y buscan el ‘papayazo’ para volverse un ‘Ñoñito’, para conseguir un abogado ‘bueno’ que sea capaz de “torcerle el pescuezo a la ley y voltearla pa’ca”.

Frente a esta evidente falta de apego a la ley, algunos dirán que la solución es la confianza en las instituciones, esas instituciones como los jueces que en teoría deberían dirimir los conflictos, pero que hoy por cuenta de altos jueces como Ricaurte y Bustos tienen la sombra de la corrupción encima; como la Comisión de Acusaciones de la Cámara (Alto Tribunal de los Aforados en Colombia) que a lo largo de toda su vida republicana nunca ha condenado a nadie y se ha ganado el remoquete de ‘Comisión de Absoluciones de la Cámara’.

Nuestra propuesta de solución tiene que ver, también, con la Confianza. Pero no en una confianza fundada en terceros. La solución, pensamos nosotros, es el convencimiento en la capacidad y coherencia de nuestros propios seres, en estructurar familias repletas de valores a través del ejemplo, no para decir que el cambio está en algo metafísico.

El único cambio real es siendo ejemplo vivo de nuestros hijos, coherentes para poder denunciar y señalar con autoridad, repletos de valor y valores que nos permitan asumir en la sociedad el fortalecimiento de las instituciones exigiendo su buen funcionamiento y la expulsión de los corruptos, siendo activos y responsables ciudadanos… pero sin rabo de paja, con orgullo de ser ejemplos vivos.

Es la única oportunidad que tenemos en esta generación.

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