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¿Qué hay que esperar?


Hoy cuando pasó el embrujo de las balas y los fusiles, hemos quedados empelotas, sorprendidos ante la nueva situación y enfrentados a un monstruoso país que desconocíamos.

Nadie puede desconocer que nuestro país está cambiando, así muchos detractores del proceso de paz con las Farc, griten a diestra y siniestra que “todo tiempo pasado fue mejor”.

Asistimos a un país polarizado, donde desde los balcones se gritan improperios los partidarios de cada bando. Paralelamente vemos, como en cada facción, explotan sucesivamente, uno tras otro, escándalos de corrupción con participación de públicos y privados, indelicadezas públicas, tráfico de influencias y muchas otras conductas que rayan o incluso pisan la “delincuencia” propiamente dicha.

Después de la paz, nos hemos encontrado con un país feo… ¡horriiiibleeee! -dirían las matronas de barrio que se reúnen en la esquina-. Un país repleto de defectos y problemas que hasta el momento no habíamos visto. ¿Dónde estaba esa Colombia?, ¿Por qué no habíamos visto todas esas cosas antes?, Si esto venía pasando ¿Por qué no nos enterábamos? La respuesta es solo una: estuvimos obnubilados más de 50 años, viendo solamente los ojos de la guerra y precisamente fue esa guerra la hipnótica excusa, perfecta para desviar la atención de la sociedad, para disimular e ignorar la ‘verdadera realidad’ en la que vivimos. Hoy cuando pasó el embrujo de las balas y los fusiles, hemos quedados empelotas, sorprendidos ante la nueva situación y enfrentados a un monstruoso país que desconocíamos.

En cada bando vemos gente reaccionaria, intransigente y belicista. Buscan justificar permanentemente a los propios, frente a los sucesivos bullicios que generan los escándalos. No se preocupan por la gravedad de los hechos, sino por buscar en la historia casos similares de sus contrincantes, para defender a sus pares. Para justificar las malas acciones del presente con acciones análogas en el pasado. Reina la indefinición y se imponen los antiguos líderes pretendiendo enseñar ‘COMO SE HACEN LAS COSAS’, frente a una Nación expectante que sabe de sobra que fracasaron en su turno de hacer precisamente esas cosas.

Hoy estamos enfrentados a una realidad deforme, absurda, que asusta. Pareciera que no hay futuro y estamos en la ‘sin salida’.

Afortunadamente, somos muchos los contingentes de optimistas. Estamos convencidos que este momento es parte de un proceso. Que esa ¡horriiiibleeee! Colombia de este momento, ese monstruo que nos aterroriza y amilana, no es más que una larva en medio de su depuración y crecimiento para lograr ser una mariposa, para poder sacar a la luz los colores y la belleza en el vuelo de un ser hermoso.

He ahí nuestro papel, la necesidad de nuestro liderazgo, en vez de asquearnos por la situación y sumirnos en la incertidumbre y el escepticismo que sostienen a los mismos lideres untados por doquier, debemos cuidar la larva, hacerle limpieza, garantizar que el proceso sea exitoso, permitir que el milagro de esa metamorfosis surta efecto. Es el momento de actuar y defender nuestro país, pensando en el futuro, pues Colombia es una Crisálida. Todos somos crisálidas.

@delahozz

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