Trabajar por la paz es una misión que algunas personas emprenden en su transcurrir por la tierra y que trasciende la vida misma. Su carisma es tan sorprendente que quienes los rodean no pueden entenderlo, Gandhi y Mandela, son dos ejemplos de este tipo de seres cuya esencia se manifiesta con un total desprendimiento hacia sí mismo y una entrega desmedida hacia los demás, en especial cuando de defender sus convicciones de equidad y justicia se trata.
Esta misión no tiene límites, no está circunscrita a una época o temporada, ni pertenece a ninguna ideología. Quien trabaja por la paz asume su misión como la razón de ser de su existencia, más allá de cualquier circunstancia que rodee su entorno.
Su persistencia y sus acciones sirven de inspiración a los movimientos que convocan un trabajo en torno a este gran anhelo que la humanidad persigue y que cada vez se hace más difícil de alcanzar: un mundo en el que la paz sea la base para la convivencia y el desarrollo.
Deponer la individualidad, los intereses personales, el querer aprovecharse de cualquier situación para sacar beneficio particular, sin importar que con ello se afecten las necesidades de los demás o el territorio en que habitan, defender las causas ajenas como si fueran propias, son entre otras algunas de las características que identifican a quienes sinceramente y de corazón comprometen su vida con la causa. Suena sencillo, sin embargo, no lo es, implica enfrentarse a la gran mayoría de corrientes que buscan todo lo contrario: engañar, someter y lucrarse.
No todos tenemos un espíritu tan desprendido pero todos necesitamos habitar, conservar y crear un mundo mejor donde la igualdad de condiciones ofrezca oportunidades de realización personal y bienestar a las generaciones presentes y futuras. Una misión que compete a todos por igual.
Combatir el desequilibrio social, que ocasiona la falta de paz, no puede ser labor de unos pocos, el compromiso decae en cada una de las personas, quienes cumpliendo diferentes roles (diseño, planeación, gobierno, producción, servicio, control, denuncia, información, cultura, entre muchos otros) pero identificados con un mismo objetivo: brindar su aporte a la sociedad en donde habitan en forma proactiva, desprendidos de sentimientos mezquinos como el rencor, el odio y la venganza que no conducen ni contribuyen a la creación del mundo en paz que todos anhelamos.