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‘Hombres necios que acusaís a la mujer sin razón...’

“…sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Sor Juana Inés de la Cruz

Así comienza uno de los poemas más representativos de la escritora mexicana Juana Inés de Asbaje y Ramírez, la niña prodigio que llegó a convertirse en una de las figuras más importantes de las letras hispanoamericanas del siglo XVIII, y cuyas composiciones continúan vigentes hasta la actualidad, resaltando una problemática histórica que hoy forma parte de los puntos principales en la agenda de los Derechos Humanos: la represión, discriminación y violencia contra las mujeres.

La necedad de una gran mayoría de los hombres, o mejor dicho de los machos que han creado un dominio mal llamado herencia ‘cultural’ para lastimar de alguna manera a las mujeres, ha servido como inspiración para la celebración de convenciones y tratados internacionales, como la ‘Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer’ (CEDAW por sus siglas en Inglés), la ‘Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer’ (mejor conocida como ‘Convención de Belem do Pará’) y la ‘Plataforma de acción de Beijing’, instrumentos que representan la lucha incansable de un grupo que no es minoritario, pero que se encuentra en situación de vulnerabilidad.

Todos estos instrumentos mencionados constituyen una poesía que podría opacar hasta el mejor escrito de ‘La décima musa’. Nos hablan de la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, de acciones afirmativas para eliminar la discriminación, crean instituciones en la defensa de sus derechos, comprometen a los gobiernos, les solicitan informes, emiten recomendaciones particulares y generales, investigan, condenan, sancionan y evocan -de manera romántica- términos como: ‘perspectiva de género’, ‘equidad’ e ‘inclusión’. Sin demeritar los grandes avances que se han logrado en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, con tristeza, podemos darnos cuenta de que aún queda un largo camino por recorrer, lo confirman los feminicidios que diariamente tratan de justificar los medios de comunicación, culpando a las víctimas de su propia muerte; la indiferencia de las autoridades ante la misoginia y discriminación; la naturalización de la violencia familiar; el machismo y el lenguaje sexista que están presentes hasta en los chistes.

Para que no quede duda de la gravedad del tema, pasemos de la lírica a las matemáticas, que son más exactas y no admiten subjetividad. Según cifras de ONU Mujeres, entidad para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres creada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en julio del 2010: “el 70 por ciento de las mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental durante su vida; el 43 por ciento de mujeres de los 28 Estados Miembros de la Unión Europea ha sufrido algún tipo de violencia psicológica por parte de un compañero sentimental a lo largo de su vida; se estima que 200 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación/ablación genital femenina en 30 países; y, las mujeres adultas representan prácticamente la mitad de las víctimas de trata de seres humanos detectada a nivel mundial. En conjunto, las mujeres y las niñas representan cerca del 70 por ciento, siendo las niñas dos de cada tres víctimas infantiles de la trata”.

En el caso de las mujeres colombianas, según estadísticas presentadas por el Instituto de Medicina Legal y la Universidad de La Sabana, los feminicidios pasaron de 100 en 2015, a 122 en el año 2016. Registrándose la mayoría de los casos en Antioquía y Bogotá DC. Por su parte, en México basta con hablar de la sentencia emitida en 2009, por la Corte Interamericana de Derechos Humanos con motivo del caso conocido como ‘campo algodonero’, en donde se condena al gobierno mexicano por los feminicidios de Ciudad Juárez, Chihuahua; una vergüenza nacional que es recordada con cada mujer asesinada por el simple hecho de ser mujer, como en el caso de Lesvy Berlin Osorio, una joven de apenas veintidós años de edad que fue encontrada sin vida en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México en los primeros días del mes de mayo.

Como profesional en Derecho me da tristeza ver la impunidad en la que vivimos, escuchar todos los días el testimonio de mujeres que corren desesperadas en busca de refugio y protección de leyes que prometen mucho, pero logran poco. A pesar de ello, todos los días me levanto con la convicción de continuar apoyando esta lucha en pro de la reivindicación de los derechos de las mujeres y en mis sueños idealistas, imagino un mundo en donde, jurídicamente sólo hablemos de personas, sin hacer distinciones motivadas en el género, edad, origen étnico, religión, orientación sexual y, todas esas ideas sin sentido que nos deshumanizan y dividen como sociedad. ¡Que sirva de inspiración y ejemplo la vida de la poetisa mexicana que se consagró a perseguir sus ideales, desafiando las desigualdades de su época y enalteciendo su condición de mujer!

“…pues, ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis”.

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