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¿Hay un país llamado Colombia?

Me acabo de enterar. Estamos en el país del Sagrado Corazón de Jesús, donde la mayoría de colombianos asistimos a los cultos tanto católicos como a los de iglesias protestantes y, no es para menos, debemos pedir protección divina porque cómo se están viendo las cosas a Colombia no la salva nadie. Llevamos más de 200 años de gobiernos corruptos, más de 60 años de conflicto armado interno por falta de una reforma agraria y las últimas tres décadas han sido gobernadas por presidentes cuestionados.

Nadie puede olvidar las palabras de monseñor Pedro Rubiano en 1994: “es como que entrara un elefante a la sala de la casa y no verlo”, refiriéndose a las excusas del entonces presidente de Colombia Ernesto Samper Pizano, quien aseguró: “todo fue a mis espaldas” cuando se destapó el escándalo de ingresos de dinero del narcotráfico a su campaña. El señor Samper estaba tan limpio que, en ese entonces, en pleno escandalo viajó a Lima a la posesión como presidente del Perú, Alberto Fujimori, hoy condenado a 25 años de prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Pero, en mi país no pasa nada. Samper, después de salir de la Presidencia, ha ocupado diferentes cargos. Actualmente se encuentra en Unasur y, así como van las cosas, seguirá ‘dando lora’, sin que nada le pase, pues la inmunidad de ex presidente parece ser el salvavidas para la corrupción.

Pero, después de tanto rezar, orar y demás cultos al altísimo, parecía que éramos escuchados y llegó el salvador, el ‘mesías’ para Colombia, para recuperar al país del desastre en que lo había dejado Pastrana en 2002 con los diálogos fallidos con la guerrilla de las Farc, en San Vicente del Caguán. Uribe era el hombre, era quien estaba en condiciones de recuperar no solamente el territorio, sino, la fe de los colombianos en el poder político y así fue. Nos gobernó durante ocho años, porque la carta política es modificable por el gobierno de turno para sus propios intereses. Digo esto, porque si vemos ahora –años después de haber salido de Presidencia– varios de quienes integraron el gabinete durante el gobierno de Uribe o están en prisión o son prófugo de la justicia. Pero el ex presidente sigue inmune a investigaciones, haciéndose sentir desde el Senado y haciendo oposición al gobierno Santos, de las pocas, por cierto, ya que el Centro Democrático no ha sido seducido por la ‘mermelada’. Uribe, amado y odiado, sigue activo en la política y a pesar de que su candidato también se vio salpicado con el escándalo de Odebrecht, él y sus senadores siguen pidiendo la renuncia de Santos por haber sido favorecida su campaña con ‘donación’ efectuada por persona Jurídica en 2010. Vale recordar que el actual mandatario era el heredero del salvador y que, luego de llegar a la Casa de Nariño, transformó su discurso de campaña y se apartó del Uribismo y, como se dice en el argot popular, armó rancho aparte. Las palabras del presidente Juan Manuel Santos en respuesta a lo que es evidente (financiación de Odebrecht a gastos de la campaña) suenan poco convincentes como las que pronunció Samper cuando fue salpicado con el proceso 8.000. Decir a los colombianos que se acaba de enterar, hace pensar que él cree que gobierna a una masa de ignorantes. No, le tengo malas noticias señor presidente, una inmensa mayoría de los colombianos hacemos cosa diferente a ver series de narcos en los canales privados, también leemos y estamos actualizados. No puede venir a decirnos que se acaba de enterar que entró dinero a su campaña, el cual no fue fiscalizado. Usted era el candidato y como bien dicen que nadie debe responder por nadie, en su caso es diferente, era su obligación. Usted iba a ser elegido para ejercer la máxima autoridad de nuestro país.

Es tan molesto el hecho de haber recibido dineros de Odebrecht para su campaña, como la manera de dirigirse al país para hacerse ‘la víctima’, cuando el mismo Roberto Prieto dijo a La W radio que “el presidente estaba enterado de sus reuniones con directivos de la Agencia Nacional de Infraestructura”. Luego el mismo Prieto se retracta de sus declaraciones a lo que calificó de lapsus. Ese tipo de lapsus lo vienen sufriendo la mayoría de los políticos que deben responder a la justicia por su actuar indebido.

Así las cosas y si miramos siete años atrás, la ola del girasol que fue más sincera a la hora de hacer política, hubiese sido mejor o menos peor un gobierno encabezado por Antanas Mockus, quien por lo menos dijo a los colombianos en campaña que él buscaría la manera de acercarse a los grupos al margen de la ley para mirar un posible acuerdo de paz; pero la seguridad democrática estaba en pleno auge y la calentura de los colombianos confiados en que el fin de la guerrilla por la vía armada se estaba acercando le dieron la primera victoria a quien hoy está cuestionado.

Aclaro, el hecho que el Presidente se haya visto involucrado en el escándalo de la multinacional Odebrecht, no le resta méritos a los esfuerzos hechos por Santos para lograr el fin del conflicto con la guerrilla de las Farc y las nuevas negociaciones con el ELN, pero dejan un sabor amargo y nos cambia inmediatamente la percepción y nos lleva a repensar sobre si los esfuerzos fueron verdaderamente favorables para el país, o simplemente se gestaron en favor de intereses personales, no solamente del Presidente, sino de todo su gabinete y de un gran número de congresistas que a todo le dijeron sí.

Los dirigentes políticos de Colombia se llenan de dinero sus bolsillos con contratos millonarios que favorecen a quienes los ayudaron a llegar al poder y maltratan a quienes les dan el voto. No es posible que mientras ellos hablan de millonarios contratos y de ingresos dudosos a las campañas, al colombiano de a pie le estén saqueando la canasta familiar con aumento de impuestos.

PD: Espero que el viaje del Papa no sea en vano y logre exorcizar a la clase política, que bien endemoniada si está.

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