Yo no sé ustedes, pero yo, estoy contando los días para que este 2016 se acabe de una vez por todas, esperando que cuando se acabe, se lleve consigo su maldición. Fue una cosa tras otra, y cada una más insólita que la siguiente, en esta columna voy solo a hablar de las que resaltan a simple vista, las que todos conocimos; claramente se me van a pasar muchas, perdonen ustedes si hiero alguna susceptibilidad por mi omisión.
Colombia en 2016, le dijo que NO a un plebiscito que buscaba refrendar un acuerdo con las Farc con el fin de acabar más de 50 años de lucha armada. Recuerden ver esos primeros resultados y no creerlo; sentirse tan distante del sentir de las mayorías. Muchas iglesias ‘alfabetizaban’ a sus fieles sobre los peligros del temible enfoque de género en el acuerdo, otros sectores nos hacían temer por el jaque que el tenebroso acuerdo le hacía a los subsidios de los pobres, muchos se oponían de manera seria y responsable, sin embargo el debate nunca se centró en esas preocupaciones sensatas. Sí, en el 2016 dijimos NO.
En medio de la crisis de refugiados más grande de la historia moderna de nuestra civilización, unos señores en el Reino Unido se escudaron en un discurso de miedo, para decirle a su pueblo que la unión no hace la fuerza. Allá predominaron antivalores como la indiferencia, el individualismo y el miedo, para decirle un gran fuck you al resto del mundo, un: nosotros no estamos interesados en ayudar y solitos nos va mejor, que miedo que se nos metan esos árabes, que miedo tener que apoyar a Grecia, cada quien coja su pedazo y arranque por su lado. También durante el 2016, el mundo presenció anonadado la carrera presidencial más absurda que jamás hayamos visto, la precariedad del debate en las elecciones de Los Estados Unidos no tenía precedentes. No se discutieron ideas y un señor que se burla de personas con discapacidad, admite con frescura que toca las vaginas de las mujeres sin consentimiento, se enorgullece de no pagar impuestos, propone negarle la entrada a todos los musulmanes a dicho país, dice que los hispanos son ladrones, en fin, ese señor quedó; eso es lo que muchísimos americanos piensan de nosotros y del mundo, o al menos eso fue lo que refrendaron.
Sin embargo, lo que más me ofende de 2016, es todo el movimiento barbárico en contra de derechos civiles en Colombia. Miles de personas salieron a las calles a hacer manifiesto su repudio con la equidad de derechos, peor aún, la masa alborotada vetaba la posibilidad de enseñar valores de tolerancia y respeto hacia la diversidad de género. De manera absolutamente retrógrada, como país subdesarrollado en 1932, el Congreso aprobó un referendo popular para restringir la adopción a un papá y a una mamá, como si el pene y la vagina definieran todos los aspectos de nuestras vidas; que precario, triste, bochornoso y dañino será ese debate, de solo imaginarme las pautas publicitarias me dan ganas de vomitar. ¡Ah! Y no se nos olvide que es una senadora del partido Liberal quien impulsa este adefesio. Sí, el 2016 fue un asco, murieron muchos niños en La Guajira, Nigeria, Siria; etc., se agudizó el flagelo a la tierra en Colombia con la expansión de una minería irresponsable (e ilegal en muchísimos casos), se murió David Bowie, la Selección Colombia jugó mal, Nacional quedó campeón de la Copa Libertadores, la tierra se calentó más que en los años anteriores, se cayó el avión del Chapecoense, Peñalosa se posicionó como alcalde de Bogotá, el precio del petróleo tiene quebrado al país, nos van a cobrar un IVA del 19 por ciento y me engordé.
Nunca un año me había hecho sentir tan minoría, nada de lo que le aposté pasó (lloro por el Junior), perdí en todo, me di cuenta que estoy desconectado con el sentir de las mayorías en el mundo, las tendencias se extreman hacia un lado y yo camino hacia el otro.
Abrumado por todo esto solo quiero que se acabe el año, quememos imaginariamente el muñeco del 2016, pateémoslo, lloremos y dejemos en su tumba la mala energía que nos trajo, y abrámonos a un 2017, que ojalá, traiga consigo cantidades industriales de liquid paper. Amor y paz.