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Desde el campo se construye paz

Bajo la premisa de aprender haciendo han sido capacitados 1.631 personas: campesinos, desmovilizados, estudiantes el Sena y personal del Ejército Nacional y de la Policía.

  • La apuesta es al desarrollo rural.

En el parque temático de la cultura agropecuaria Panaca, municipio de Quimbaya, Quindío; en medio del paisaje que ofrecen, en otrora, las haciendas cafeteras convertidas hoy en hoteles, se concentran 432 campesinos de diferentes departamentos del país para aprender más del campo y luego hacer sustentable la vida en él.

Ellos hacen parte del programa ‘Formación de Formadores en el Sector Agropecuario’ que desde 2012 impulsa la Fundación Centro Interactivo de la Ciencia y Tecnología Agropecuaria, Fundapanaca, con otros aliados como la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) y el Ministerio de Agricultura.

El programa que, en un principio, nació como una opción de pasantías o prácticas para los estudiantes de último semestre de las carreras de agronomía, veterinaria, zootecnia e ingeniería agrícola cambió de enfoque.

“No hubo mucho entusiasmo en las universidades colombianas, así que reenfocamos y se ofreció el programa a estudiantes del Sena; entonces sí tuvimos mucho eco y capacitamos alrededor de 360 personas”, cuenta Luis Fernando Vélez, director del Centro de Estudios de la Cultura Agropecuaria, CECA Panaca.

En 2012, luego que Jorge Ballen Franco, presidente y fundador de Panaca, conociera un Hogar de Paz, lugar destinado para la atención psicosocial, asesoría jurídica, educación y salud de los desmovilizados, decidió que era hora de contribuir con hechos concretos a la reconciliación y ofreció diez cupos para desmovilizados con el propósito de brindarles capacitación en las instalaciones de Panaca.

Fue así como se estableció un convenio con la ACR y más adelante con el Ministerio de Agricultura. A la fecha 100 desmovilizados en proceso reintegración han sido beneficiarios del programa junto con 150 indígenas, 70 policías y soldados profesionales, 360 estudiantes del Sena y 951 campesinos.

En total, al finalizar este año, 1.631 personas habrán completado su formación como técnicos agropecuarios. “Estamos comprometidos con la capacitación de un grupo muy diverso, hemos contado con personas provenientes de 20 departamentos y nos hemos movido por toda la geografía colombiana porque creemos en el potencial de los seres humanos”, afirma Vélez.

APRENDER HACIENDO

El programa exige la permanencia de los beneficiarios durante 76 días en las instalaciones de Panaca donde reciben formación teórica, práctica y en valores. La metodología del curso fue tomada de la Escuela Agrícola Panamericana El Zamorano, Honduras, institución en la que Ballen y Vélez fueron formados.

Luis Javier Botero, director ejecutivo de Panaca, explica que con Formación de Formadores se busca que los campesinos produzcan comida eficientemente, la transformación de líderes y el mejoramiento de la calidad de vida en el campo para, a su vez, evitar la migración a la ciudad.

“Es el programa más importante que conozco para formar a los campesinos que normalmente no tienen acceso a la educación. Lo que nos interesa es que quienes estén aquí sean líderes y que tengan vocación de campo”, agrega Botero.

El proceso de formación está compuesto de seis módulos prácticos: agronomía con énfasis en el manejo del suelo, manejo de unidades pecuarias, administración de negocios de producción ganadera, manejo y utilidad de equinos y asnales, inmersión en ambientes productivos reales y desarrollo empresarial.

Los participantes trabajan durante el día en las diferentes áreas productivas del parque y al caer la tarde reciben formación en el ser o educación en valores. “Si uno tiene una persona bien formada, integralmente, podemos hacer muchas cosas con esa persona”, destaca Vélez quien considera que de esta forma se hace patria. “Hacemos lo que sabemos hacer. Además, este programa me ha permitido descubrir que todos los que pasan por este proceso son realmente auténticos”.

Y como el lema es aprender haciendo, Vélez afirma que Panaca quiere poner el ejemplo en materia de empleabilidad y construcción de paz. “Se han contratado 30 desmovilizados que pasaron por el programa”. El programa también está diseñado para que los beneficiarios sean multiplicadores de experiencias en sus respectivas comunidades, monten su propio negocio, generen asociaciones o se agrupen en cooperativas.

LOS ALIADOS

El programa ha tenido como principales aliados a la Agencia Colombiana para la Reintegración, organismo que le apostó al desarrollo de la ruralidad como factor de reintegración en el postconflicto y el Ministerio de Agricultura. A esta iniciativa también se han sumado la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para la Migraciones (OIM).

“Con esta experiencia se demostró que sí es posible realizar procesos de reintegración diferenciales para quienes provienen del campo; además de fortalecer la relaciones y probar que la empresa privada tiene mucho que aportarle a la construcción de paz en Colombia”, dijo el director general de la ACR, Joshua Mitrotti, al culminar la graduación de los primeros 35 desmovilizados del programa.

El Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri Valencia, ha manifestado a través del portal de noticias del ministerio que con esta estrategia novedosa se fomenta la formación de personas que lleven el conocimiento a todas las regiones del país.

“El objetivo es llegar con asistencia técnica a pequeños productores para incrementar la producción agropecuaria del país, disminuir el desempleo, la pobreza rural y garantizar de la seguridad alimentaria”.

El costo del programa por participante es de 14 millones 300 mil pesos. Actualmente, Fundapanaca asume el 25 por ciento de la inversión representado en un aporte en especie (alojamiento, alimentación, instructores, equipos, etc.).

LOS RETOS

Para Fundapanaca uno de los principales retos es ampliar la cobertura del programa sin que la calidad se vea afectada.

“Nosotros tenemos una capacidad instalada para 500 beneficiarios en una sola cohorte”, explica Botero quien anticipa que para 2017 se tiene proyectado la graduación de cuatro cohortes. “Esperamos formar a dos mil campesinos más”.

Para el director ejecutivo es importante conservar los estándares de calidad del programa y de cualificación en los instructores y profesores.

“Quisiéramos contar con más recursos para garantizar la permanencia de nuestros profesores; por esta razón, estamos buscando aliados y donantes que permitan facilitar la misión”, puntualiza.

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'SIENTO ORGULLO CAMPESINO' FREDDY SALAZAR CONTRERAS. Campesino, 23 años, Vereda Llano Verde, Ocaña.

En la vereda de Freddy Salazar Contreras se cultiva la cebolla, el fríjol y el tomate, pero los altos costos de los insumos agrícolas para producir una carga de cebolla y los bajos precios de las importaciones provenientes de Perú tienen a los cultivadores a pérdidas. Esa es una de las preocupaciones más grandes de la comunidad de Llano Verde, Ocaña, donde Freddy y su familia tienen su tierra.

“Para mí el campo es algo hermoso de hecho viví seis años en la ciudad y no me fue muy bien porque un salario mínimo no alcanza para nada”, dice el joven. Freddy como muchos otros campesinos han migrado a la ciudad pero anhelan vivir en el campo.

“Este programa ayuda a la paz devolviendo al campesino desplazado que se fue a la ciudad porque en su región o en su vereda había conflicto armado y por ese miedo se fue buscando una mejor alternativa, pero le ha dado muy duro la ciudad. Yo creo que cuando el campesino sabe que en su región volvió la paz y tiene un nuevo método de sembrar el campo para sacar el mayor provecho, eso hace la paz”.

Los planes de Freddy a un futuro inmediato contemplan la socialización de lo aprendido con sus vecinos de la vereda, la implementación de nuevas técnicas en la siembra del plátano y el cultivo de peces. “Yo quisiera que ese orgullo campesino volviera porque contribuyo a que Colombia siga adelante”.

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'CONOCÍ MI LIBERTAD' VIOLETA RODRÍGUEZ. Desmovilizada del frente Teófilo Forero, Farc, 21 años

Violeta, hija de padres guerrilleros, nació en la guerrilla. Solo supo lo que era la vida fuera del grupo armado a los 17 años cuando Ejército Nacional la recuperó en un operativo donde fallecieron sus compañeros y su mejor amiga.

Pasó por varios hogares del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y luego recibió la propuesta de funcionarios de la Agencia Colombiana para la Reintegración de inscribirse en el programa ‘Formación de Formadores’.

“Dar un paso a la vida civil es un cambio importantísimo. Al principio todo me daba miedo, no sabía para qué servía un semáforo y me asustaban los carros porque pensaba que me iban a pisar. Uno sale con mucho miedo, de que la sociedad civil lo rechaza a uno, hay mucha confusión”.

La joven desmovilizada manifiesta que el trabajo con los animales le ha cambiado la vida. “Los animales nos dejan muchas enseñanzas; ellos aunque son de diferentes razas pueden convivir, en cambio nosotros que tenemos los cinco sentidos no pensamos y vivimos con rencores toda la vida”.

Para Violeta el programa contribuye a la paz porque vuelve la mirada al campo y busca que los campesinos puedan vivir de la tierra. “Vimos un campo donde había mucha sangre y compañeros muertos, ahora llegamos al campo para aprender y enseñar a otros”. Violeta agradece su participación porque finalmente siente que conoció su libertad.

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'LO MÍO ES TRABAJAR CON LA GENTE' JOSE JULIÁN YARA OLMOS. Subintendente de la Policía, 37 años

El sentido de servicio y compromiso con la comunidad llevó a José Julián Yara Olmos a vincularse con la Policía Nacional hace 14 años. Actualmente es subintendente y hace parte de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz, UNIPEP. “Entre las muchas funciones que tenemos es hacer presencia en las zonas rurales de territorio colombiano e interactuar con el campesino; por esta razón, la Policía me ha encomendado a este reto, para que aprenda los conceptos agropecuarios y los lleve al campo”.

Yara Olmos destaca las cualidades del programa ‘Formación de Formadores’ en el que los participantes aprenden conceptos básicos durante las prácticas diarias en cada una de las áreas de producción del parque temático Panaca.

“La Policía es una institución integral y en el trabajo estamos en contacto con las personas, qué mejor que el campesino lo vea a uno como una persona a quien acercarse y obtener una respuesta. Tener este conocimiento es una bendición porque voy a tener una relación más estrecha y amigable con los campesinos”.

Finalmente, el subintendente afirma que el programa contribuye a la construcción de paz porque involucra a personas de diferentes lugares y porque “busca cambiar la mentalidad en algunas regiones que han sido estigmatizadas durante muchos años por la violencia”.

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'EL CAMPO SÍ DA' FABIO BOLÍVAR. Soldado profesional, 29 años.

El soldado profesional Fabio Bolívar reconoce que el Ejército Nacional le ha brindado muchas herramientas para entender a su país y para construir a partir de la realidad su propio proyecto de vida.

Desde su trabajo en la compañía de acción integral de la Fuerza de Tarea Vulcano en Norte de Santander, Fabio ha conocido la importancia de trabajar de la mano con la comunidad.

“Este es un programa muy interesante porque va a servir para el postconflicto”.

“Aquí, en Panaca, le dan a uno las bases suficientes sobre cómo funciona el campo para que después uno lleve esos conocimientos a otras partes; en mi caso, al Catatumbo donde ha estado un poco fuerte la violencia”.

De los compañeros de curso ha aprendido a escuchar y ha conocido de primera mano cuáles son las problemáticas que los afectan. “Aquí se intercambian ideas y conocimientos, eso lo hace una experiencia muy bonita”.

Finalmente, el soldado destaca que se está aportando una parte muy significativa a la paz porque hay una apuesta a la educación del campesino, “se está demostrando que el campo sí da, que es productivo aunque hay mucho campesino que piensa que el campo trae pobreza”.

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